sábado, 16 de abril de 2011

SEMANA SANTA

CONDENAN A MUERTE A  JESUS
Señor mío y Dios mío, bajo la mirada amorosa de nuestra Madre, nos disponemos a acompañarte por el camino de dolor, que fue precio de nuestro rescate. Queremos sufrir todo lo que Tú sufriste, ofrecerte nuestro pobre corazón, contrito, porque eres inocente y vas a morir por nosotros, que somos únicos culpables. Madre mía, virgen dolorosa, ayúdame a revivir aquellas horas amargas que tu hijo quiso pasar en la tierra, para que nosotros, hechos de un  puñal de lodo, viviésemos, en libertad y gloria de los hijos de Dios.  
I ESTACION. CONDENAN A MUERTE A JESUS.
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->Han pasado ya las diez de la mañana. El proceso está llegando a su fin. No ha habido pruebas concluyentes. El sabe que sus enemigos se lo han entregado por envidia, e intenta un recurso absurdo: la elección entre Barrabas, un malhechor acusado de robo con homicidio, y Jesús, que se dice Cristo. El pueblo elige a Barrabas. Pilatos exclama:

<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->Que he de hacer, pues, de Jesús? (Mt XXVII, 22).

<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]--> Contestan todos:-Crucifícale!
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->El juez insiste: -Pero ¿que mal ha hecho?
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->Y de nuevo responden a gritos:-Crucifícale!, crucifícale!
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]--> Se asusta Pilatos ante el creciente tumulto. Manda entonces atraer agua, y se lava las manos a la visita del pueblo, mientras dice:
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->Inocente soy de la sangre de este justo; vosotros, veréis(MtXXVII,24)
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->Y después de haber hecho azotar a Jesús, lo entrega para que lo crucifiquen. Se hace el silencio en aquellas gargantas embravecidas y posesas. Como si Dios estuviese ya vencido.
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->Jesús esta solo. Quedan lejanos aquellos dais en que la palabra del Hombre-Dios ponía la luz y esperanza en los corazones, aquellas largas procesiones de enfermos que eran curados, los clamores triunfales  de Jerusalén cuando el Señor llego montado en un manso pollino. Si los hombres hubieran querido dar otro curso al amor de Dios! Si tú y yo hubiésemos conocido el día del Señor
VIA CRUSIS, 1A ESTACION. N.1
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->Jesús ora en el huerto: Padre mi (Mt XXVI, 39), Abba, Pater!(Mc XIV,36). Dios es mi Padre, aunque me envíe sufrimiento. Me ama con ternura, aun hiriéndome. Jesús sufre, por cumplir la voluntad del Padre…Y yo, que quiero cumplir la Santísima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del Maestro, ¿podré quejarme, si encuentro por compañero de camino al sufrimiento?
<!--[if !supportLists]-->-       <!--[endif]-->Constituirá una señal cierta de mi filiación, porque me trata como a su Divino Hijo. Y, entonces, como El, podre gemir y llorar a solas en mi Getsemaní, pero, postrado en tierra, reconociendo mi nada, subirá hasta el Señor un grito salido de lo intimo de mi alma: Pater mi, Abba, Pater,…fiat!
VIA CRUSIS, 1A ESTACION,N.2
-El Prendimiento;…venit hora: ecce Filius Hominis tradeur in manus peccatorum (Mc XIV, 41)…Luego, ¿el hombre pecador tiene su hora? Si, y Dios su eternidad!...
-Cadenas de Jesús! Cadenas, que voluntariamente se dejo El poner, atadme, hacedme sufrir con mi Señor, para que este cuerpo de muerte se humilde… Porque –no hay termino medio- o le aniquilo o me envilece. Más vale ser esclavo de mi Dios que esclavo de mi carne.
VIA CRUSIS.1A ESTACION,N.3
D
urante el simulacro de proceso, el Señor calla. Lesus autem tacebat (Mt XXVI, 63).Luego, responde a las preguntas de Caifás y de Pilatos… Con Herodes, veleidoso e impuro, ni una palabra (cfr. Lc XXIII, 9): tanto deprava el pecado de lujuria que ni aun la voz del Salvador escucha.
-Si se resisten en tantos ambientes, calla y reza, mortifícate…y espera. También en las almas que parecen más pérdidas queda, hasta el final, la capacidad de volver a amar a Dios.
VIA CRUSIS.1A ESTACION, N. 4
Esta para pronunciarse la sentencia. Pilatos se burla: ecce rex vester! (loh XIX, 14). Los pontífices responden enfurecidos: no tenemos rey, sino a César (loh XIX, 15).
-Señor! ¿dónde están tus amigos?, ¿dónde, tus súbditos? Te han dejado. Es una desbanada que dura veinte siglos…Huimos todos de la Cruz, de tu Santa Cruz.
-Sangre, congoja, soledad y una insaciable hambre de almas…son el cortejo de tu realeza.
VIA CRUSIS. 1A ESTACION,N.5
-Ecce homo! (loh XIX, 5). El corazón se estremece al contemplar la Satisima Humanidad del Señor hecha una llaga.
-Y entonces le preguntarán: ¿qué heridas son esas que llevas en tus manos? Y él responderá: son las que recibí en la casa de los que me aman (Zach XIII, 6).   
-Mira a Jesús. Cada desgarrones un reproche; cada azote, un motivo de dolor por tus ofensas y las mías.

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